Esta
obra se tornó en el más prohibido y el segundo más estudiado en las aulas
estadounidenses. El individuo detrás del asesinato de John Lennon sostenía el
libro entre sus manos, al igual que inspiró a otros dos perpetradores de
crímenes. Quien intentó acabar con la vida de Ronald Reagan afirmó estar
consumido por la obsesión de la novela, al igual que el asesino de Rebecca
Schaeffer, quien portaba consigo un ejemplar de la misma. No me cabe la menor
duda de que abordar semejante complejidad en 1951 debió haber resultado en una auténtica
revolución literaria.
El
epicentro de esta narrativa lo ocupa Holden Caulfield, convertido en estandarte
de la rebeldía adolescente. Expulsado de la educación formal, desgrana en
primera persona su insatisfacción ante la vida. A sus ojos, el mundo se halla
desprovisto de bondad, y toda figura humana se desploma bajo la lupa del
desencanto.
La
hipocresía, entramada en la sociedad como un rasgo inmutable, asume el papel
protagónico. No obstante, es la salud mental una arista vital que este relato
aborda con meticuloso detalle. Holden libra una batalla interna contra la
depresión en un universo saturado de farsantes. Este matiz tiñe sus
interacciones con el mundo, sumiéndolo en una melancolía perenne en medio de un
escenario irreal. Y mientras se adentra en las penumbras de la relación
platónica, su mirada refleja en Jane, cual figura inmaculada que se torna tan
intocable que ni siquiera osa a llamarla por teléfono. Este fervor utópico da
pie a la condena de todas las otras mujeres, a las que percibe como
estridentes, superficiales y carentes de juicio. Un prisma quebrado que hace
imposible vislumbrar la dicha en sus relaciones amorosas.
Anhela
la pureza ilesa de la niñez, un sentimiento que lo lleva a volcar su afecto en
los más jóvenes del relato. En su concepción, los niños representan el candor
entre el bravío mundo de adultez falsa e hipócrita. Un anhelo latente de
conservar la integridad y la veracidad que adjudica a esa etapa dorada. Se
erige, así, como el "guardián entre el centeno", un centinela que
pretende resguardar a los niños del precipicio de la falsedad al negarse a
someterse al proceso de maduración.
En
este ajedrez emocional, Phoebe, su hermana menor, funda el pilar más querido.
Para él, ella encarna una perfección virginal, ilesa ante la corrupción del
mundo adulto que él contempla como un entorno viciado. Una pregunta me resuena
entonces: ¿acaso los adultos encarnamos la hipocresía y falsedad denunciada por
Holden? ¡Y creo que, sí, así es! A medida que cruzamos el umbral de la madurez,
internalizamos que el engaño se colorea con ventajas. El mundo adulto es una
lucha constante por sobrevivir, algo que los niños o adolescentes no
necesariamente enfrentan. La hipocresía actúa entonces como escudo, ya que
mentir allana el camino en situaciones difíciles. La línea entre decir la
verdad y ofender, o mentir por educación, a veces no es clara. Eventualmente,
asumimos que la hipocresía es una parte normal de la sociedad. Lo curioso:
todos contamos con un radar para percibirla y reconocerla a kilómetros de
distancia en familiares, colegas o en cualquier recoveco de la vida. Sin
embargo, no siempre nos enfrentamos a ella, ya que es una batalla que parece
predestinada a perderse desde el inicio.
"El
guardián entre el Centeno" quizás sea la metáfora más hermosa que he
leído. La transición desde la niñez a la adultez halla su reflejo en un campo repleto
de espigas que resplandecen bajo el sol, ondeando al compás de la brisa y
susurrando innumerables historias. Este paisaje protector resguarda
experiencias en sus tallos erguidos. Al tiempo que los años avanzan, emerge el
guardián, dispuesto a velar, que intenta ocultarse en este escenario tan
familiar, o bien, explorar más allá hacia esa extraña llanura rebosante y vacía
al mismo tiempo. El viaje del adolescente, en conclusión, es un peregrinaje tan
personal y único lleno de complejidades, donde no solo se trata de vivir, sino
de sobrevivir, mientras dejamos atrás el dorado campo que aún sigue danzando al
compás de la brisa.
Si al recorrer las páginas de este libro junto a Holden te invadió una suerte de depresión y angustia es que el libro cumplió su cometido. La adolescencia toca a la puerta de este joven para mostrarle un sinnúmero de realidades que estaban ocultas bajo la mirada inocente de la niñez.
ResponderEliminarComo la trama no presenta ningún giro argumental, sino que durante su extensión recorremos junto a Holden unos pocos días de su vida, a veces se torna un poco lenta y angustiante. Sin embargo, a medida que avanzamos, nos lleva a empatizar con el personaje ya que él nos trasmite su desesperanza, su antipatía ante la falsedad del mundo, su desencanto ante el futuro que se le va mostrando en un horizonte no muy lejano.
Es un libro que resulta sencillo leer línea a línea, pero lo importante es saber leer entrelíneas el mensaje que nos quiere transmitir su protagonista. Él nos está contando que vivió situaciones difíciles como la muerte de su hermano, el suicidio de un compañero, los primeros encuentros sexuales deseados y no deseados. Siente desprecio por la falsedad humana, aborrece la vejez y se siente intimidado ante la perspectiva que tiene la sociedad acerca de su futuro. Se encuentra perdido y el cigarrillo y en el alcohol son sus amigos más leales.
A pesar de este oscuro panorama hay algo que desea hacer más que nada en el mundo. Sabe que está al borde del abismo y a punto de caer. A veces piensa que la muerte es la única salida. Pero, a pesar de todo, desea ser como el guardián entre el centeno. Un guardián atento a los movimientos de los niños que corren libremente hacia un futuro incierto presto a socorrerlos si dan un paso hacia el vacío.
Me encontré con un libro con el que no logre ni conectar ni simpatizar. El personaje principal vive deprimido, enojado con la vida, con los adultos, y con lo único que se siente a gusto, es con los niños.
ResponderEliminarCreo que al elegir un libro para leer, generalmente buscamos algo que nos movilice de alguna manera, en este caso, todo el tiempo, tuve la sensación de oscuridad y tristeza. Por esta razón, creo que es un libro no recomendable para personas sensibles o que estén pasando por un mal momento en su vida, ya que no termina aportando mucho.